El obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, bendijo la nueva imagen de la Inmaculada Concepción de la Delegación de Juventud en la capilla de los jóvenes el jueves, 30 de noviembre. Durante la bendición el prelado agradeció a los delegados “la buena idea” de hacer esta imagen y dio la enhorabuena a Clemente Rivas, escultor de la Virgen porque “te ha quedado guapísima”.
María Santísima tiene que ser para nosotros “un icono”. Las imágenes tienen la cualidad de acercarnos a la persona a la que veneramos y bendecir una imagen y dedicarla al culto significa ponerla cerca para que “en ese trato familiar con nuestra madre del cielo” la visualicemos hermosa y podamos ir con ella para no hacer solos el camino de la vida, continuó el Obispo. El papel de María en la Iglesia es fundamental y no podemos obviarlo en este momento en el que el papel de la mujer es tan importante. Ella es una mujer “que vale por todos, más que todos los apóstoles juntos”. Jesús la ha elegido como madre y la ha preparado haciéndola Inmaculada, sin pecado, por eso la Virgen es tan bonita, resaltó monseñor Demetrio Fernández.
A los que somos pecadores nos estimula mirar al horizonte sin pecado porque nos da esperanza. La Virgen es Inmaculada para hacernos a nosotros inmaculados, en el cielo no entrará nadie “con mancha”, recordó el Obispo. Lo que a nosotros se nos va a conceder al final, por la misericordia y la gracia de Dios, a María se le ha concedido al principio. La fiesta de la Inmaculada trae consigo el deseo y la esperanza de estar limpios de pecado y llenos de gracia. Celebrar esta fiesta es motivo de mucha alegría, “os invito a que la miréis y le recéis”.
A partir de hoy tenemos esta imagen para que nos represente a la que es madre de Dios y madre nuestra. En Navidad vamos a celebrar que María es Virgen y Madre, algo que no se entiende a la primera pero que os invito a meditarlo todos los días de vuestra vida. Don Demetrio terminó su alocución insistiendo en que “María nos mira, nos protege y nos acompaña en el camino de la vida”. Hay que acostumbrarse a rezar el Rosario, porque no es cosa de “abuelitas”, es señal de un corazón que ama a la Virgen.
Fotos Álvaro Tejero (Diócesis de Córdoba)