La Biblia es la carta de amor que Dios nos ha escrito y contiene todo lo que Él siente hacia nosotros, lo que somos y significamos para Él, lo que desea darnos a cada uno en particular y como comunidad, lo que espera de nosotros como respuesta de amor, sus sueños para ti, para mí y para nuestro mundo. La historia de salvación contenida en la Biblia es ¡nuestra historia! Nosotros formamos parte de ella y podemos identificarnos con cada uno de los personajes que forman parte de ella. Nuestra fe no es sólo ni fundamentalmente aceptar una serie de artículos o datos fríos y abstractos, sino la respuesta creyente a un Dios enamorado que nos sale al encuentro de mil maneras (una de ellas en su Palabra), la confianza de aquel que abre su corazón y sus oídos a aquello que Dios quiere decirle sabiendo que es lo mejor que nadie podrá decirle nunca jamás. Leer y escuchar la Biblia no sólo influye en el fortalecimiento de nuestra fe, sino que junto con la Eucaristía, debe ser nuestro alimento cada día, parte de nuestra “dieta diaria”. Sólo así, y poco a poco, iremos haciendo nuestros todos los sentimientos, deseos, sueños, proyectos que Dios tiene para cada uno de nosotros.